¿Te puedes dedicar a temas artísticos y sentirte útil? ¿Aunque hables del arte de tu tiempo y que poca gente te entienda? ¿O que mires el arte del pasado y lo quieras desmitificar —o resituar— por su relación estrecha con los poderes de todo tipo que lo encargaron, compraron e instrumentalizaron? ¿Puedes mantener la idea de que el arte es una herramienta transformadora en la soledad de una minoría?
¿Se puede escribir para una publicación de la que no compartes la línea editorial, en nada, y menos aún? ¿Se pueden aceptar intromisiones de cualquier tipo en tu trabajo? ¿El concepto "comisario independiente" no es una escapatoria para pensarnos más libres de lo que realmente somos?
¿Se puede trabajar, como comisario o artista, para una institución que te asquea profundamente por el mal social que genera? (Ya sabéis: bancos, cajas, aseguradoras ...) Si esto fuera cierto, ¿ trabajar para otras entidades subvencionadas por estas instituciones no te debería asquear igualmente?
¿Los centros de arte públicos, por ser públicos, nos pertenecen a todos? ¿Si entiendes que la democracia española es, no sólo imperfecta, sino extremadamente falsa, debes presentarte a concursos que representan aquel estado, comunidad o municipio, gobernados por partidos corruptos y cómplices con la desigualdad social? ¿Si te presentas a estos concursos, es lógico que, si ganas, todo el mundo se alegre muchísimo, obviando la condición antidemocrática del funcionamiento de esas instituciones? ¿Presentar tus proyectos o aceptar los premios que te hayan podido conceder junto a ministros o consejeros mezquinos no te debería conducir a hacer saltar la banca? ¿Asistir impávido a casos de censura de compañeros tuyos y no hacer oír tu voz, gritar bien alto que la cultura no puede someterse a la mediocridad, no te hace estar mal contigo mismo? ¿Según que conteste a todas estas preguntas, no te estarás hundiendo ti mismo en una vanidad nauseabunda?
¿Se puede firmar un manifiesto en favor de algo junto a personas que te repugnan? ¿Tienes que tolerar que aquel manifiesto, que dice cosas que sobre el papel te parecen correctas, sea defendido en público por aquellas personas que te repugnan? ¿Deberías hacer un comunicado diciendo que retiras tu firma?¿ A alguien le interesaría esta pose?
¿Podemos seguir creyendo que el trabajo que nosotros hacemos es éticamente inmaculado por el mero hecho de que lo hacemos nosotros? ¿O nuestros amigos del sector? ¿Si estamos utilizando los mismos mecanismos y dispositivos que criticamos (las fundaciones, las selecciones a dedo de compañeros, tener unos únicos artistas que llevas donde vayas tú ...) no somos como aquellos a los que criticamos? ¿La arrogancia de pensar que somos diferentes no es el primer síntoma del mal cuando no cambiamos los mecanismos y los dispositivos viciados del sistema? ¿Ir en contra del asamblearismo porque pueden entrar ideas y personas que no son de tu confianza no es lo que hacen los políticos de la casta? ¿No seremos nosotros mismos casta impúdica?
¿Se puede trabajar en el mundo del arte y no caer en las redes tan sólidas que el poder tiene instalado? ¿Cuando participas en estructuras de contrapoder (asociaciones profesionales, residencias de artistas ...), el primer encargo no debería ser, por radicalidad ética, actuar de manera contraria a las malas prácticas del poder? ¿Si te apoltronas en comisiones, consejos y asesorías, y callas, callas y callas, no eres como los que, en privado, maldices?
¿No será necesario hacerse preguntas para, con todas las contradicciones que se desplieguen en tu vida profesional, comenzar a cambiar de verdad el paisaje de privilegios y autocomplacencias en el que trabajamos?
NB: La versión original, en catalán, de este texto ha salido publicada en el número 186 de la revista Bonart.
La fotografía muestra la inauguración de la exposición conmemorativa de los 40 años de la constitución española en el museo Reina Sofía.