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JAVIER MARÍAS, ¿DÓNDE ESTABAS CUANDO TE NECESITÁBAMOS?


El problema español está tocando fondo. Digamos que el proceso soberanista en Cataluña está provocando que todos tengan que pronunciarse. Sí, ahora ya es el momento de tomar posiciones porque los que pensaban que eso del “derecho a decidir” era un ligero tactismo de los partidos políticos están comprobando su error. Si hubiesen vivido en Cataluña se habrían dado cuenta de que, desde el 11 de septiembre de 2011, los partidos políticos están rezagados respecto a la sociedad catalana. Se habrían dado cuenta, no tanto en la Cataluña interior, mayoritariamente catalanista de siempre, sino en el antiguo “cinturón rojo”, dónde yo vivo, en esos feudos tradicionalmente socialistas (por dejación de los viejos “psuqueros”, por cierto), esos en los que gente como el alcalde Antonio Balmón luce un espíritu claramente antidemocrático, de que en los últimos tiempos ha crecido superlativamente el desencanto —o la rabia— hacia las políticas que el Estado español ha desplegado en Cataluña y sobre lo catalán. Se percibe en personas castellanoparlantes, en familias que llegaron hace años a este territorio y que nunca se sintieron maltratados, como algunos partidos políticos catalanes se empeñan en defender. ¿Cuántas personas están dando este giro en favor de una Cataluña independiente? Nadie lo sabe, por eso se necesita hacer una consulta, para conocer la opinión de todos, absolutamente de todos.

Sí, ahora todos los españoles sabios corren a posicionarse porque ven que esto no es un juego. Se trata de un reto de enjundia, que pasará a la historia del mundo sea cual sea su resultado. El último en pronunciarse ha sido Javier Marías, que dice estar preocupado si España se queda sin Cataluña, pero lo dice amenazante, con la arrogancia que él mismo se otorga para señalar que los catalanes también deberían sentirse preocupados ya que, a su entender, si nos independizamos, quedaremos aislados del mundo, nadie nos podrá salvar de la derecha catalana, del onanismo nacionalista. A raíz de la intervención de Marías, me gustaría hacer algunas preguntas a personas ilustres como él. Por tanto, no me refiero a aquellos pseudo intelectuales (los Vargas Llosa, Boadella, Espada y compañía) que se desgañitan en contra del nacionalismo catalán mientras se envuelven en una bandera española. Boadella ya se retrató hace unos días: "Si no hubiera existido la lengua catalana hubiéramos sido más felices", dijo en una frase que a Wittgenstein le hubiese hecho temblar. ¡Cuánto odio! ¡Cuánta irracionalidad!

No, esos no me interesan, hace ya tiempo que tomaron partido. Quiero hacer una preguntas a los que ahora se manifiestan repentinamente federalistas, a los que, como Marías, ahora les preocupa que España se quede sin el territorio catalán, a los que de golpe les ha salido una vertiente catalanófila. Ahí van:

1. ¿Dónde se han publicado las protestas de los españoles sabios que tanto defienden ahora la plurinacionalidad del Estado español cuando el gobierno aragonés eliminó la palabra catalán de su mapa lingüístico y se inventó esa aberración del LAPAO? No recuerdo ninguna protesta y si la hubo, que no lo dudo, fue pequeña y no creció exponencialmente como crecían las mentiras sobre la convivencia lingüística en Cataluña.

2. ¿Dónde estaban las voces de los lingüistas españoles, de los miembros de la RAE, levantando la voz, gritando incluso, ante esta obcecación política de la derecha valenciana por no querer admitir lo que la filología certifica, que el valenciano es un dialecto del catalán? ¿Por qué nadie des de Madrid ayudó a vociferar la verdad ante el juego sucio de los Zaplana, Camps, Barberà y el silencio de los socialistas valencianos? Se puede ser anticatalán en Valencia, las tradiciones hay que conservarlas, si uno lo desea, pero buscar argumentos que atentan contra la ciencia filológica, contra la propia historia, es una ignominia que merecía una insistencia cansina por parte de esos intelectuales que ahora tanto se preocupan por el asunto catalán.

3.  Esos mismos sabios que ahora manifiestan su vocación federalista, ¿se han preguntado alguna vez por qué hay tan pocas universidades españolas que impartan enseñanzas sobre lo catalán en sus facultades de letras? El dato es hiriente y enormemente revelador: durante el curso 2011/2012 en España había tres universidades (Alcalá de Henares, UNED y Santiago de Compostela) en las que se impartía alguna asignatura centrada en lo que podríamos denominar estudios catalanes. Lo hiriente es que, al contrario que en España, en dónde el catalán y lo catalán dice la Constitución que debe protegerse, en el resto del mundo había muchas universidades que impartían estudios de catalanística: 22 universidades en Alemania, 17 universidades en el Reino Unido, 12 universidades en los Estados Unidos de América, 12 universidades francesas, 9 universidades en Italia y, entre unas cuantas más, y por poner una nota digamos exótica, una universidad en la India.

4. Esos sabios federalistas, tanto los de nuevo cuño, como los socialistas catalanes, que proclaman ese federalismo naíf, tan poco inteligente, ¿se han dado cuenta de que un verdadero federalismo español, implicaría que el estudio de lo catalán (y de lo vasco y de lo gallego), no solamente debería incrementarse en las universidades españoles, sino también en las escuelas de toda la península? Porque ese sería el único camino para hacer que las nuevas generaciones sintieran que viven en un verdadero estado pluricultural, no en un Estado centralista que soporta como puede a las culturas y a las lenguas periféricas.

5. ¿Cuántos intelectuales españoles han denunciado que, recientemente, el Instituto Cervantes prohibiera la presentación del libro Victus, de Albert Sánchez Piñol? Parece anecdótico, pero también es revelador que los que tanto se preocupan de las manipulaciones del gobierno catalán, no denuncien un acto de censura política contrastada.

6. Esos españoles sabios, tan amigos de Cataluña, tan preocupados por nuestra suerte como país, nunca o pocas veces se ocupan de denunciar las mentiras que se vierten sobre los problemas en las escuelas catalanas. Son muy contrarios al PP, Marías decía que la derecha española “puede con él”, pero ¿ha denunciado la LOMCE del ministro Wert?, ¿ha levantado la voz para decir que sólo 40 familias que viven en Cataluña han pedido que sus hijos estén escolarizados en español? Una cifra que demuestra que son una minoría absoluta. Y que conste que soy de los que considera que las democracias sanas son, precisamente, las que tienen en cuenta las opciones minoritarias, pero lo que resulta indignante es que partidos como Ciudadanos, como el PP, hagan de la minoría una verdad injuriosa. Y más indignante aún que los sabios españoles no se den cuenta de ello, y no lo denuncien desde sus privilegiadas posiciones.

7. En última instancia, ¿cuándo Javier Marías dice que una Cataluña independiente estaría al albur de suerte y nadie la podría salvar de sus oligarquías, me podría decir en qué momento España nos ha salvado en los último años de los problemas que los catalanes hemos tenido en el registro lingüístico y cultural? Si nunca nos ha salvado, si ha permitido todos estos —y otros tantos—descalabros en lo cultural y en lo lingüístico, y él ha estado callado, ¿cómo puede pretender que le demos pábulo ahora que se ha adherido a la estrategia del miedo?

Por favor, que nadie quiera salvarnos, los catalanes queremos votar y, después de votar, si ganamos, algunos de nosotros queremos arriesgarnos a un futuro incierto. Pero es que el pasado cercano no lo ha sido, de incierto, ha sido penoso. Y lo hemos tenido que surcar con muy poca compañía por parte de los intelectuales, de esos sabios españoles.

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